Bill Brandt, Vida y Obra
Bill Brandt
¿Quién es?
(Hamburgo, 1904 - Londres, 1983) Fotógrafo alemán. Bill Brandt estudió pintura y fotografía y tuvo al artista checo K. E. Ort entre sus maestros. En 1928 viajó a París, donde empezó a hacer retratos a personajes distinguidos del mundo de la cultura. Allí conoció al poeta estadounidense Ezra Pound, que lo introdujo en el círculo del también fotógrafo y artista Man Ray, con quien trabajó como asistente en 1929.
Tiempo después, conoció entonces a Brassaï, y gracias a estos contactos pudo descubrir el mundo del arte, las fotografías de Eugène Atget y las películas surrealistas, movimiento que, según él, era el que mejor nutría la invención fotográfica.
¿A qué se dedicó?
En 1930 se puso a trabajar como fotógrafo independiente para la revista Paris Magazine; al año siguiente se trasladó a Londres y continuó trabajando como free-lance, iniciando su carrera de prensa con trabajos documentales sobre la vida de los ingleses hasta el año 1935; un año más tarde publicó esta serie de fotografías con el título de Los ingleses en su casa.
En los años treinta su mayor preocupación eran los temas sociales y recogía escenas urbanas y arquitecturas. Sus trabajos fotográficos nocturnos en la ciudad de Londres, en los que mostraba el ambiente más marginal, le valieron la edición en 1938 de Una noche en Londres, libro que se comparó con el que había publicado Brassaï seis años antes, París de noche.
¿Cuál fue su legado?
Bill Brandt amaba los secretos. “La faz que presentaba al mundo era la de un gentleman de origen inglés, alguien a quien le gustaba la fotografía y que podía mezclarse fácilmente con los asistentes a las carreras de Ascot. Detrás de esta fachada –que él defendía con descaradas mentiras, si era preciso– se escondía un yo interior, amurallado tras una profunda reticencia a dar explicaciones sobre sí mismo”.
Al contrario de los emigrantes que, con el tiempo, tratan de reencontrarse con sus orígenes, Brandt hizo lo posible por borrarlos y presentarse ante la sociedad como un hombre nuevo, completamente hecho a sí mismo, que poco o nada tenía que ver con aquel que debió de ser en su juventud. La disolución de la propia identidad, hasta convertirse en un británico aparentemente cualquiera, capaz de no llamar la atención en una calle londinense, era un recurso idóneo para alguien que convirtió en obra de arte la permanente observación de nuestro mundo.






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